RESTAURACION Y PUESTA EN VALOR
DE
LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES DE PAMPAMARCA
EN EL DISTRITO DE COTARUSE-PROVINCIA DE AYMARAES-APURÍMAC
Por Armando Arteaga
En Pampamarca, comunidad campesina apurimeña, ubicado en la microcuenca del río Cotaruse, distrito del mismo nombre, en la provincia de Aymaraes-Apurimac, hace ya más de una década, el ITECA* participó en la gestión y parte de la elaboración del expediente técnico que culminó con la Puesta en Valor de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes de Pampamarca, para ser más exacto día 29 de Diciembre del 2006, se inauguró la puesta en valor y se puso punto final a la restauración de la bella iglesia de arquitectura virreynal, obra realizada por el Instituto Nacional de Cultura [INC] del Cusco, convenio entre la Municipalidad de Aymaraes y la Comunidad Campesina de Pampamarca.
DATOS HISTÓRICOS
La Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes refiere su proceso histórico desde el Siglo XVI. Pampamarca, se ubicaba dentro de las poblaciones tributarias de Aymaraes, siendo cabecera del Curato de Aymaraes por encontrarse en un territorio de minas de oro, y de plata.
Los Agustinos se encargaron de evangelizar la región de los Aymaraes, a partir de 1575 en Pampamarca y fundaron el pueblo mestizo-español entre 1575 a 1583 con el nombre de San Herónimo de Pampamarca, empezando la fabrica de una de las primera iglesias en esta región que nombraron como Santiago Apóstol Mayor de Pampamarca, se edificó también la Casa Cural, la arcada (o borda) que circunda el perímetro frontal de la Iglesia y la torre en donde reposa la Campana Mayor que contiene la inscripción que a la letra dice así: "Esta campana es de Santo Herónimo de Pampamarca" y además menciona "Vosve Campana Ahosevene. Acabose a diez días de junio de 1586". Muy similar a la Campana María Angola del Cusco.
En documentos encontrados en el Archivo del Arzobispado de Cusco el terremoto de 1650 (casi destruye el edificio), y ya en 1678 encontrabase en mal estado de construcción.
Antolín de Aranibar, cura propio de la Doctrina de Pampamarca y sus anexos de la Provincia de los Aymaraes obispado de la Ciudad del Cuzco, el 9 de Setiembre de 1689, rúbrica y describe lo siguiente en “Informes de los párrocos al obispo Mollinedo”:
“En este Pueblo de Pampamarca ni en todo su distrito no ay hasienda ninguna de trigo, cañaveral solo siembran mais en las quebradas los tributarios y los del pueblo para su sutento de aquel año y no se da otreo fruto por ser el Paraje mas frio que otros. La Iglecia deste Pueblo no tiene estancia alguna de ningún jenero de ganado ni ninguna renta para su ornato, solo tiene unas tierras cortas donde siembran mais los mayordomos y sus cosechas son de dos cargas o tres que montaran ocho o diez ps. En cada año que son bastantes para el gasto de la cera, y para los que mueren no acostumbran dexar en sus testamentos alguna cosa para la fabrica por decir que sus antepasados pucieron el trabajo de hacer la Iglecia sin paga alguna y por el que tienen en repararla todos los años, asi como Texas nuevas como en poner estribos y otras dirigencias para su conservación”.
Refiere también Fr. Jesús Jordán Rodríguez en “Pueblos y Parroquias del Perú” que la Provincia de Aimaraes que en 1768 se describe una actividad minera aurífera en la zona, muy fuerte, y la comprensión de 16 curatos en los que se encontraba Pampamarca con dos anexos: Cotarosi y Colca.
En 1780 se inicia la reconstrucción de la Iglesia Virgen de las Mercedes, por estos años los padres de la congregación mercedaria ingresaron en Aymaraes en reemplazo de la orden de los agustinos, quienes fueron suspendidos de ejercer actos de sacramentos y comuniones debido a las quejas y denuncias recibidas de los fieles de esta Doctrina. En 1814 es –probablemente- el año que se terminó con la edificación de la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes, según inscripción que se puede apreciar en la portada lateral perteneciente al Muro del Evangelio.
La restauración total, es leal ejemplo como cuando se terminó de edificar en 1814, realizada por profesionales y técnicos del entonces INC de Cusco, constituye en estos momentos la puesta en valor y la recuperación de una joya arquitectónica para el pueblo, no solo, de Pampamarca, sino también, para Aymaraes y Apurímac, no solo porque se revalorizarán aspectos culturales, sino es que, el conjunto arquitectónico de Pampamarca ha empezado a ser visitado y frecuentado por el público en general, influenciando de esta manera en la activación de un polo de desarrollo que va a contribuir en la recuperación económica del poblador aymarino y apurimeño, que aun se encuentra todavía en su mayoría de comunidades campesinas en un estado de extrema pobreza.
Su edificación corresponde a la fabrica de los estilos de arquitectura mestiza religiosa entre los siglos XVII y XIX (1781-1814). Tiene un estilo arquitectónico barroco, mestizo sureño y rústico, construido sobre la base de muros de adobes y piedras, con dos torres adosadas a la nave y cubierta de tejas, con una portada de sillar.. El conjunto del edificio presenta un amplio atrio de dos niveles cercado con arcadas de adobe y una torre de piedra de veinte metros de altura, exento del cuerpo de la misma (a manera de cubo prismático) se encuentra la campana "María Angola Menor". En su interior se conserva en su altar mayor: un retablo ornamentado, de la escuela barroco-mestizo, cuyos nichos flanqueados con columnas salomónicas muestran imágenes y esculturas religiosas de tendencia de la escuela cuzqueña.
Es templo único en su género en la Provincia de Aymaraes, fue reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación. Se ubica en la Plaza Principal de la Comunidad de Pampamarca a 3,430 msnm, en el distrito de Cotaruse, fue el primer pueblo español fundado en la provincia de Aymaraes por los años 1578.
Para el futuro debe generarse un eje vial, cuando se termine de restaurar la Iglesia de Chuquinga y la Iglesia de Mutca, la Iglesia San Pedro de Caraybamba (ya restaurada también por apoyo en la gestión de ITECA), por la activación turística de los baños termales de Pincahuacho, y la recuperación de otros atractivos arqueológicos de la zona, que ayudaran a revalorar el proceso histórico de los chalhuanquinos.
El factor turístico es un buen incentivo para elevar la recuperación cultural de nuestros pueblos, para insistir en el desarrollo sostenible para la región de Apurímac, servirá de soporte contra la arremetida de la desmedida actividad minera que empieza a proliferar en la zona, y a crear nuevos impactos ambientales, que pueden terminar disturbando el proceso cultural apurimeño.