LA MODERNIDAD EN LA ARQUITECTURA
* APROXIMACIÓN AL TEMA DE LA ARQUITECTURA ORGÁNICA
Por Armando Arteaga
La modernidad como tema en la arquitectura alcanzó madurez en la tercera década de este siglo. Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Walter Gropius, y Meis Van de Rohe, son -con cierta justicia- llamados “los maestros” del diseño contemporáneo. Aunque desde distintas versiones llegaron a formular una ideología común, la ideología originaria del movimiento moderno, centralmente marcado por el racionalismo. El “organicismo” como doctrina considera a la sociedad y al Estado como organismos supra-individuales, análogos a los seres vivientes, según esta premisa toda realidad tiene carácter orgánico. Se afirma que lo orgánico tiene armonía y consonancia, que viene de lo relativo y perteneciente a un órgano: disposición o actitud que tiene para vivir un cuerpo. Lo que está compuesto en partes, que pueden cumplir funciones: diferentes, distintas y coordinadas, del desarrollo, que resultan de una fuerza única, central, e interna, que actúa teleológicamente.
Proyecto L. Wright.
Sin desviarse de la línea que marca, en oposición al pasado, la moderna concepción arquitectónica, pero tratando de armonizar las rigídeces racionalistas del purismo y del neo-plasticismo, surge en Europa y en Norteamérica, hacia el tercer decenio del siglo XX, la llamada “arquitectura orgánica”. Esta nueva tendencia buscaba escapar del dogmatismo racionalista a través de una "humanización" de las "arquitecturas locales", en correspondencias con el medio ambiente. Los representantes más importantes de este movimiento “orgánico” fueron el norteamericano F.L. Wright y el finlandés Alvar Aalto. El ideal orgánico de Frank Lloyd Wright(1886-1959) es aquella forma plástica en la que la realidad de la materia encuentra en el espacio ambiental una continuación o prolongación espontánea, casi natural. El proceso constructivo se define de este modo como una acción de desarrollo o de crecimiento, donde el concepto clásico de la belleza, como proporción numérica, se ve sustituido ruskinianamente de la “vital beauty”, o del “elan vital” del individuo en armonía con la naturaleza. La casa Kauffmann, conocida también como “Falling-Water-House” o “Casa de la Cascada” constituye probablemente el ejemplo más brillante que nos ha dejado la arquitectura orgánica, por ese encuentro adecuado del elemento constructivo al ambiente circundante que produce el agua. Otros ejemplos de “arquitectura orgánica” lo constituyen los proyectos para el Florida Southern College, de Lakeland, realizado en 1940; el Museo Guggenheim de New York (1945); la casa para su hijo Robert formada por dos elipses superpuestas (1959), y la Sinagoga Beth Sholom de Filadelfia (1959): edificio que adopta la forma de una pirámide hexagonal. Aunque Wright explicaba con el gesto de sus manos el posible lenguaje humano de su propuesta, lo cierto es que la visión wrightiana, era una concepción constructiva académica. Wright, que siempre rehuyera una definición precisa sobre “arquitectura orgánica”, es según Kenneth Frampton, la creación económica de la forma constructiva espacial de acuerdo con los principios latentes de la naturaleza, tal como éstos pueden ser revelados mediante la aplicación de la construcción con hormigón armado.
Proyecto Le Corbusier.
Esta constante preocupación para la ambientación de las arquitecturas y su consecuente adaptación a las intimas necesidades humanas, al margen del criterio generalizador y masivo del racionalismo “standard”, se puede ver también en la producción de Alvar Aalto (1899- ): adscrito siempre esencialmente a la línea racionalista, siempre he admirado su preocupación orgánica por la nostálgica búsqueda, por el “revival” naturalista. Siguiendo su apasionamiento por lo vernáculo prístino de la tradición nórdica, el nacional romanticismo. Alvar Aalto alcanza su preocupación orgánica en proyectos como la Biblioteca de Viipuri (1934), una edificación nada efectista, concebida y elaborada interiormente con transparente clarividencia de su función. Otro proyecto en donde Alvar Aalto dispone de sus mejores momentos “organicistas” es el Instituto Tecnológico de Massachusetts (1949), así como también la original Iglesia de Jmatra (1959). La concepción "orgánica", contó con valiosos exponentes en diversos países. En Suecia: Seven Markeliuas y Gunnard Asplund; en Dinamarca: Arne Jacobsen; en Suiza: Alfred Roth; y en Italia: Bruno Zevi, de mayor acercamiento a nosotros por su libro “Para saber ver la arquitectura”.
Este movimiento de la arquitectura "organicista" que algunos críticos pretendieron presentar en abierta oposición al "racionalismo" -a ultranza y masivo-, sirvió para limar asperezas, modelar mejor su imagen internacional, retornándole el sentido humano a la esencia misma del moderno racionalismo arquitectónico. Resulta reconfortante recordar por ejemplo que en “Planificar para sobrevivir” de Richar J. Neutra, arquitecto de lenguaje típicamente racionalista, se encuentren modulaciones que comprenden la experiencia de Wright y su cultura usoniana (tan cerca a nuestra vida actual) , y al utopismo de las praderas y la arquitectura maya, que tanto admirò. Neutra intuía en ese espíritu en el que predicaba que “las obras de la naturaleza inspiraron al hombre a imitarla, y luego él les infundió un poco de magia”, en el que aparece una conciencia ecológica que viene desde aquella tradición, desde aquel estimulo por que el medio ambiente planeado pueda darnos la pauta para muchas clases de sensaciones que se derivan de observar las corrientes de aire, las perdidas de calor, olores, texturas, elasticidades y de la fuerza de gravedad, el “espacio fisiológico" empezaba a ser tomado en cuenta intencionalmente.
El ideal wrightiano de atrapar un lugar habitable fusionadolo con la naturaleza sigue siendo una aspiración en el contaminante mundo actual, la parte de su “ideal orgánico” me ha parecido siempre lo más rescatable de toda su arquitectura que en otros instantes se desproporcionó y terminò decepcionándonos, porque consideramos que el proceso de proyectación va como dice Giedion “hacia la sinceridad en arquitectura”, y si hubo arquitecto sincero en la historia de la arquitectura ese fue Wright.
Pavilhão Mies van der Rohe
La arquitectura moderna ha tenido -entonces- antecedentes no sólo personales -de individuos- sino actitudes de movimientos y tendencias que -al final- parecieran que fueran realizadas por una sola mentalidad, que no lo es. Le Corbusier hablaba de ir “Hacia una arquitectura”, su apasionada polémica condujo quizá a una actitud dimensionada en exceso por lo inmediato y produjo una arquitectura polémica, en la que siempre aparece -también-, la tendencia “utopista”, la actitud de crear los prototipos de la arquitectura del futuro, en la que aparece una arquitectura prospectiva, infalible, capaz de diseñarlo todo.
*Del libro "La Modernidad en la Arquitectura".
(Publicado en el Diario El Peruano, 16/09/1991).
La Casa de la Cascada (Frank Lloyd Wright)
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