Friday, March 19, 2010

ARTE SUBTE CALLEJERO DE LA AV. BRASIL/ ARMANDO ARTEAGA

ARTE SUBTE CALLEJERO DE LA AV. BRASIL-LIMA Por Armando Arteaga

Todas las ciudades del mundo tienen sus bemoles y sus contrastes. Las ciudades parecen cementerios de automóviles donde los hombres habitan y padecen su propia muerte. Ya algunos urbanistas descabellados hablan de esta agonía urbana. El mundo desde hace rato se ha urbanizado demasiado, vivimos una desruralización en desmedida. Las metrópolis son ya una realidad kafkiana: autopistas que te llevan hacia la muerte lenta, cadáveres exquisitos caminando en smokings por urbanizaciones desoladas y tristes. Viviendas con universos desplazados hacia interiores peligrosos y neuróticos. Impera la ley de la calle: delincuencia, gamberrismo, desobediencia civil. Cada cual, ciudadano omnipresente del mundo hace lo que le da la gana. Esta postmodernidad de absoluta soledad le otorga apenas al habitante urbano una sola posiblildad: rayar cualquier garabato en una pared sucia. No son graffities, son meadas de perros marcando la señal de cualquier pandilla callejera, o clan, o tribu. De pronto, los muros de cualquier ciudad del mundo fueron invadidos por una caligrafía indescifrable. Nadie entiende nada. Es un arte que no dice nada. Es apenas una señal de algo. Los muchachos de la calle han tomado los muros de todas la avenidas de las ciudades del mundo para escribir mensajes incomprensibles, y Lima no es la excepción de esta regla: balbucean garabatos o garrapatean firmas personales, son hijos pictóricos del rock metálico: EL ARTE NO DICE NADA, EL ARTE NO TIENE MENSAJE. Aunque algunos semiólogos peinen canas tratando de encontrar algún código de comunicación. La verdad es que todos los ciudadanos del mundo estamos incomunicados. Uno prende el televisor para ver imágenes, otro hace click en la computadora para volver a ver imágenes y mensajes nuevos…, entonces vivimos ya en la magia del imago. Millones de imágenes meadas en los muros sucias y polvorientas de la ciudad, no dicen nada, o dicen muy poco. Ciudades de smog, sin oxigeno, sin tiempo para la contemplación albergan estas imágenes como en un museo de la nada. Pues allí en estos muros, se exhibe hoy, como en un museo de no sé qué tiempo vivido: ESTE ARTE SUBTE Y CALLEJERO. Aceptado en la indiferencia total, vive y muere este arte subte y callejero de la Av. Brasil. Sus artistas, nietos de la espontaneidad, anónimos talentos desperdiciados, farsantes dibujantes, siguen la influencia del American Painting: siguen “ese ruido” de Franz Kline, el “rito espacial” de Mark Tobey, el surrealismo y la fantasía infantil de Joan Miro, la intensidad emotiva de Arshile Gorky, los laberintos de Jackson Pollock, las abstracciones geométricas de Mark Rothko, y el desorden cromático de Willen de Kooning. El ARTE SUBTE Y CALLEJERO que se exhibe en los paredes y los muros de la Av. Brasil es baratero, letrista y apenas logra predecir nombres y logotipos, aunque TRAZO (nada menos) es neo-realista y está muy cerca del pop-art: para un publico clarividente, busca un lenguaje para cizañar la vida alegre de los usuarios y vecinos de varios distritos colindantes que compran comida chatarra en los supermarkets, o “salchipapas” en las carretillas ambulantes cerca de la Galería Brasil, o del Cine Plaza, o entre los “recicladores” de basura urbana que son los nuevos energúmenos que se orinan N.N. verdaderamente los muros bajo el puente de la intersección de la Av. Pershing y la Av. Brasil. Mirando las imágenes y los clichés de este arte subte y callejero, uno sabe que la basura urbana poco les importa a los alcaldes (ya aparecerán pronto con su propaganda política): esa otra basura oficial del establishment. Total, los muros aguantan todo, cualquier clamor del artista solitario y joven que degüella pájaros modernistas y descompone la simetría del muro, para delectación visual –tal vez- de los jóvenes trogloditas que pululan a ciertas horas la callejera tarde de los viernes besando el pico de una botella de Ron Cartavio sentados en sus veredas, hijos del más cruel cemento, que son los que pintan sus muros como enmarcándonos en un futuro de “delírium tremens” cada fin de semana. Parte de este ARTE SUBTE Y CALLEJERO acaba de morir –sin la protesta de estos jóvenes “emos” de casacas negras- que han dejado tristemente que la mano facistoide de los alcaldes y guachimanes del orden borren la historia de su “corte de venas” artístico. De aquí, como testimonio, les presento esta muestras de ARTE SUBTE Y CALLEJERO que a lo mejor produce escarnio en los almidonados sentimentalismos de los vecinos adultos, viejos escépticos que no creen en nada, señores de la tercera edad que esperan los viernes en la noche para ir a comprar papel higiénico y otras chucherias en ridículas bolsas de plástico que aumentará la contaminación ambiental que fomentan estos supermakets que invaden la zona. La Av. Brasil ha sido por varios inviernos escenario dorado para este arte: subte y callejero, que ha brillado con luz propia dentro de esta escenografía urbana cuyas imágenes he curado para esta exposición virtual. Hasta los carteles que anuncian conciertos musicales y la venta de edificios “ratoneras” se han esmerado por mostrar lo mejor de su “vitrina”. Son imágenes manifestadas en toda esta exposición que siente el nuevo artista “anónimo” y “underground”: que orina en cualquier muro de esta ciudad que muere y duerme su propio sueño. Contradiciendo los slogans de los vendedores de quitamanchas. De todas maneras, este arte subte y callejero tiene algo de revoltoso. Algo intrincado, difícil de entender.




IMAGENES DE LA MUESTRA:






VIDEOS DE LA MUESTRA:

Wednesday, February 24, 2010

ARQUITECTURA DE HOSPITALES EN EL PERU/ ARMANDO ARTEAGA

ARQUITECTURA DE HOSPITALES EN EL PERÚ
Por Armando Arteaga

Abordar el tema de la arquitectura de hospitales en nuestro medio es casi una anécdota literaria inexistente, aunque tenemos un reconocido bagaje cultural acerca de nuestra medicina tradicional peruana que viene con plenitud racional desde tiempos de los mochicas. La trepanación de cráneos y otras habilidades galenas de los antiguos peruanos se exhiben con admiración científica en diversos museos del país donde se exaltan estas prácticas y nos hablan de lo avanzado que era el ejercicio de la medicina peruana. Pedro Weiss y Hermilio Valdizán se han ocupado recurrentemente de estos asuntos referidos a la antropología física y de la tecnología histórica de la salud. La utilidad de la medicina popular es hasta ahora en nuestra sociedad un referente cultural valido y plural que pertenece a nuestra cultura viva.


Hospital Dos de Mayo.
Los hospitales como “espacios” de recuperación de la salud de los pacientes esta vigente ya en algunos de los recintos pre-hispánicos que encontró Estete en Pachacamac, son varios los testimonios de cronistas donde se exaltan estos episodios de curanderos. En tiempos del Virreinato, los hospitales estaban ligados a la incipiente consolidación de las poblaciones urbanas recién fundadas, se instalaron tópicos y farmacias en los conventos cercanos a las iglesias y cementerios. Fueron muchas las vicisitudes que tuvieron que pasar los ciudadanos de entonces para enfrentar los avatares de pestes y otras enfermedades que se fueron presentando como incurables, y que poco a poco a través de las edificación de hospitales en centros urbanos se fueron enfrentando y controlando las nuevas epidemias de estos nuevos conglomerados urbanos. Las crónicas y las tradiciones peruanas hablan de estas penurias sociales y humanas. Actualmente cuando el turista visita algunos de los recintos del Convento de Santa Catalina en Arequipa, puede comprobar que aparte de cocinas destacan las farmacias y los botiquines que administraban las monjas que ejercieron con religiosidad el oficio de enfermeras y de asistencia a los enfermos. Las ciudades coloniales del Perú ostentaron uno o varios hospitales administrados por las diversas órdenes religiosas que existieron. Los hospitales coloniales tomaron la tradición del alberge que vivió Europa, se usó el concepto de “hospitalitos” donde se albergaban también a peregrinos, pobres y huérfanos. El hospital era una especie de asilo social.
En Lima se fundaron en 1554 dos hospitales, uno para indios como el de Santa Ana y otro para españoles como el de San Andrés. Más tarde se fundó un hospital para negros, el de San Bartolomé en 1646. Tenían estos un “plot plan” de “tres enfermerías en cruz de un piso con capilla central limitada por cuatro arcos”, tal refiere el arquitecto José García Bryce. En estos hospitales la enfermería formaba el centro de un conjunto de funciones que ordenaba otros espacios como la sala de cirugía, las oficinas de administración, la botica (que recogió el aporte nativo del batan o “mutca”), la lavandería, la ropería y la cocina, entre otros servicios.

Hospital de Santra Ana.
La arquitectura de estos hospitales se desarrolló y fue similar a las plantas de los conventos: entre “espacios” de los pabellones de las enfermerías y las crujías de los “espacios” de los servicios respectivos, donde se ubicaban patios con arquerías que incluía capillas e iglesia principal con independencia y accesibilidad directa a la calle.

Hospital San Bartolome.
Acopiar medicinas y atender pacientes enfermos con una visión científica y especializada fue una actividad médica que empezó a institucionalizarse desde la colonia. El hospital San Bartolomé de Lima en los Barrios Altos ha sido el mejor ejemplo que hemos recibido y la más cercana experiencia de atención a pacientes por medio de “consultas externas” que se dio con éxito hasta hace poco en los años cincuenta del siglo XX, donde funcionó hasta esos días como el Hospital Militar de Lima.
Hospital Loayza, al inicio. El “modelamiento republicano” desarrollado por la obra y el impulso histórico de Cayetano Heredia trae nuevos esquemas “doctrinarios”, impulsados desde la “Ilustración”, tal como definió Jacobo Burckardt: “la suma de las evoluciones del espíritu que se produce espontáneamente, es decir que crecen en libertad”. El cambio viene con este nuevo impulso que inició la nueva política sanitaria del Perú Republicano. El ímpetu “romántico” de las Sociedades Públicas de Beneficencia surgidos de los días “afiebrados” de la Revolución Francesa rompen -con los nuevos vientos- la línea tradicional de las “Hermandades” triseculares del Virreinato que administraban los hospitales. Empieza una nueva preocupación por el manejo “funcional” del espacio arquitectónico destinado para la atención de los pacientes y el trabajo profesional del medico. El genio político de Ramón Castilla le abre paso a la modernidad, el renacimiento de San Marcos y el expidió del “Reglamento Orgánico para la Facultad de Medicina de la Universidad de Lima”, las nuevas ideas sobre sanidad y asistencia social traídas por Cayetano Heredia y el cambio del “Plan de Estudios” donde se impone la asistencia de los estudiantes de medicina desde su primer año de estudios a los hospitales y al Anfiteatro Anatómico. Ingreso del Hospital Dos de Mayo. En 1868, la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima mandó a construir el Hospital Dos de mayo, que se terminó de edificar en 1875. El arquitecto Miguel Trefogli (que había diseñado el Hospicio Manrique) aparece asociado al arquitecto Mateo Graziani como responsable de la consolidación de esta obra arquitectónica. El hospital Dos de Mayo trae un diseño innovador, su plano es un sistema de pabellones independientes inspirado en un proyecto británico de 1756. El proyecto de este hospital Dos de Mayo trae el esquema central de la planta que está asociado al estilo de la tradición arquitectónica del clasicismo romántico de Boullée y Ledoux. García Bryce hace la “memoria descriptiva” del edificio, de la siguiente manera: “Los espacios centrales del conjunto, que se inicia en el atrio, dominado por un motivo de arco de triunfo que sirve de ingreso a una galería basilical de tres naves separadas por columnatas de maderas de orden dórico que conducen hasta el patio, donde las columnatas se convierten en peristilo. Opuesta a la desembocadura de la galería en el patio se encuentra la capilla, cuyo frente combina el motivo del arco del triunfo con el de un templo antiguo de orden jónico”. Es una obra de gran calidad arquitectónica. Croquis Planta del Hospital Dos de Mayo. La Facultad de Medicina de San Marcos en la Avenida Grau, del ingeniero Santiago Basurco, iniciada su construcción en 1899 y culminada en 1903, expresa también el estilo de influencia francesa, el academicismo de Beaux-Arts. Empleando materiales limeños tradicionales como la quincha y el yeso, muestra las excelencias de un estilo histórico, muy parecido a la Escuela de Medicina de París de Gondouin.
Hospital Loayza, vista actual.
El hospital Arzobispo Loayza expresa también arquitectónicamente la apertura hacia esta “arquitectura academista” como la llama García Bryce, es cierto afrancesamiento que se puso de “modé”, e impulsando la construcción de edificios cívicos por el arquitecto Emilio Robert. El hospital Loayza es colofón de esta apertura de Lima en 1920, expresa el “afrancesamiento” de su expansión urbana moderna, abriendo el “boulevard” limeño de La Colmena, y el diseño del conjunto de la Plaza Dos de Mayo y la nueva calle de la Av. Alfonso Ugarte donde se encuentre este hospital Loayza, alineado por “nuevas viviendas” para “nuevos vecinos” con pequeñas “mazardas”, la Pza. Bolognesi y el Paseo Colón. El hospital Loayza es diseñado por el arquitecto Rafael Marquina, y construido entre 1921-1924. Lo describe García Bryce como una arquitectura donde: “El planeamiento es suelto, pero axial y simétrico. El pórtico de columnas corintias con frontón en la entrada es un toque grecorromano más frecuente en la arquitectura clásica anglosajona, que en la hispánica”.
Croquis Planta Hospital Loayza. Digamos, es cierto, “el porvenir es mudo”, como decía Cayetano Heredia. Es difícil respondernos qué acontecerá mañana con la preservación de estas obras monumentales de hospitales limeños, donde la formación hipocrática de varias generaciones de médicos ha desfilado por sus recovecos atendiendo pacientes, cosa que ya es asunto histórico, y con benevolencia humanista, han realizado sus aportes a la medicina peruana. Estos “espacios” son ya casi “museos” humanos y vivientes de nuestra vida cultural peruana. Lima, enero del 2010.
Publicado en la Revista del Cuerpo Médico Almenara, N- 5, Enero 2010.

Tuesday, January 05, 2010

II FORO: LIMA - CENTRO VIVO/ LIMA METROPOLITANA Y SU CENTRO HISTÓRICO

II Foro: Lima – Centro Vivo Lima Metropolitana y su Centro Histórico Tipo: Educación - Conferencia Red: Global Fecha: jueves, 14 de enero de 2010 Hora: 18:30 - 20:30 Lugar: Jirón Nazca 722, Jesús Maria

Descripción

Este 14 de enero, en el marco del 475 aniversario de fundación española de la ciudad de Lima, se realizará II Foro: Lima – Centro Vivo que tiene como tema principal repensar la relación de Lima Metropolitana y su centro histórico. La cita es en el Goethe Institut a las 06:30 p.m. Ingreso libre. El evento es organizado por Cidap y el Goethe Institut, con la colaboración de World Monuments Fund y Misereor. P R O G R A M A Inauguración: Lic. Petra Behlke-Campos, Directora del Goethe – Institut Lima Ing. Urbano Tejada Schmidt, Director del CIDAP 6.30 a 8.30 pm Presentación de Relatoría del FORO 2009 Arq Silvia de los Ríos - CIDAP Moderadora Ponencias: El PATRIMONIO EDIFICADO DEL CENTRO DE LIMA y EL DESARROLLO Arq. Luis Maldonado, Programa Patrimonio > Desarrollo, AECID PERU CENTRO HISTORICO DE LIMA “VIVO y AUTENTICO” Lic. Elida Roman, Critica de Arte, Diario El Comercio EL IMPACTO DE LIMA METROPOLITANA EN EL CENTRO HISTORICO Lic. Marisa Glave Remy, Regidora de la Municipalidad Metropolitana de Lima 8.30 a 9.00 pm Preguntas y comentarios del público LECTURA RELATORÍA DEL II FORO 2010 Arq Silvia de los Ríos - CIDAP Moderadora Más información: CENTRO DE INVESTIGACION, DOCUMENTACION Y ASESORIA POBLACIONAL – CIDAP Jr. Húsares de Junín 654, Jesús María Telefax: (511) 461-5566/ 461-5567 E-mail: postmast@cidap.org.pe www.cidap.org.pe

CRÍTICA A LA "CRÍTICA ARQUITECTÓNICA" / ARMANDO ARTEAGA

  De mi libro "La modernidad en la arquitectura", va un capitulo acerca de "Crítica a la "crítica arquitectónica"....