REGIÓN SAN MARTÍN
Tarapoto
CIUDADES AMAZÓNICAS DEL NOR-ORIENTE
Por Armando Arteaga
Nuestras ciudades amazónicas son todavía en la región San Martín enigmáticamente ricas en sucesos y encuentros. Tienen una definición urbana espontanea para con sus problemas y respuestas, que muy pronto nos ubican en los “tristes trópicos” de aquella enología urbana que brotan de sus calles. Llenas de imágenes: inéditas, bucólicas, silvestres y bellas.
Esta parte de la amazonia es inédita para cualquier consumidor de imágenes urbanas. No sé porqué y de dónde explora, y explota un rapidísimo exotismo en esa remanencia de ocurrencias simples de la vida cotidiana de sus pobladores, salidas ahora de mis recuerdos por aquellas paginas brillantes de Claude Lévi-Straus, que vienen convocadas por mi memoria, esas escenas desprendidas de esa realidad tropical y selvática, donde la vida fluye de otra manera, más directa, sincera y natural.
La embriaguez, no viene del uvachado o del néctar indanochado que beben sus despreocupados habitantes que convidan a los visitantes recientes, brota del rasgo inherente de la luz solar. Depende mucho de este elemento natural para apreciar mejor toda esta arquitectura tropical que escancian belleza nativa estas edificaciones prosperas y rutinarias en el paisaje urbano –de estas ciudades amazónicas- que combinado con la plena naturaleza nos ofrecen “ergo” espectáculo de sobremanera significativa a los que quieren entender fenómenos y problemas urbanos recientes de periurbanidad y desruralización en ciudades intermedias nuestras.
La embriaguez, no viene del uvachado o del néctar indanochado que beben sus despreocupados habitantes que convidan a los visitantes recientes, brota del rasgo inherente de la luz solar. Depende mucho de este elemento natural para apreciar mejor toda esta arquitectura tropical que escancian belleza nativa estas edificaciones prosperas y rutinarias en el paisaje urbano –de estas ciudades amazónicas- que combinado con la plena naturaleza nos ofrecen “ergo” espectáculo de sobremanera significativa a los que quieren entender fenómenos y problemas urbanos recientes de periurbanidad y desruralización en ciudades intermedias nuestras.
Calles de Tarapoto
La “ciudad de las palmeras” es como llaman los turistas a Tarapoto, tiene un encanto especial, es una ciudad invadida por miles de motociclistas y moto-taxis por sus calles longitudinales por donde desfilan un sinnúmero de atractivas muchachas-volantes. Es una ciudad que avanza muy rápido en su desarrollo urbano. Ya empieza a congestionarse su Centro Urbano, la expansión urbana hacia los distritos de Morales y la Banda del Silcayo dan muestras de congestión urbana y cambios de usos. A la ciudad de Tarapoto le hace falta urgente un Plan de Desarrollo Urbano.
Esta ciudad tiene mucha fuerza comercial e intercambio cultural y educativo, tiene el aeropuerto y es una urbe cosmopolita. Posee gran capacidad instalada para la actividad turística. Y existe una relativa inyección de inversión en el área inmobiliaria. Se están edificando nuevos hoteles y recreos campestres, pero hay déficit de servicios básicos. El transporte es una actividad muy caótica en Tarapoto, necesita terminales terrestres y un Plan Vial de urgencia que ordene y controle el consumo urbano.
San José de Sisa, por ejemplo, a pesar de su aire errante y rural, ostenta influencia de la arquitectura domestica costeña en las fachadas de sus casas principales ubicadas en la calle Comercio, llena de colores básicos y cálidos, predominan el celeste y el verde claro, donde hay que desempolvar cada detalle sugestivo para entender mejor la idiosincrasia de este poblador ribereño y migrante de El Dorado, que va dándole una nueva fisonomía, con funcionalidades foráneas, u otro semblante, al centro poblado.
Allí, uno se tropieza con dos necesidades humanas a pleno sol, dormir y beber. La ciudad le otorga risueñamente ambos espacios culturales para reconfortar cualquier peripecia humana de la funcionalidad respectiva del dormir y beber, antes que comer. Asir imagenes, peregrino o caminante: noble emprendedor o notable desconocido de estos lares, captar costumbres de la vida ordinaria. En “El Hotel Schratu, un lugar para descansar”, sentencia el letrero de la puerta: superará usted por siempre el cansancio adánico si duerme placenteramente bajo el cálido ambiente selvático; o el cartesiano “Bar, La Oficina”, que a visitantes sedientos siempre ofrece posada, y desde ya es un oasis para cualquier profano visitante.
La modernidad puede terminar arruinando a San José de Sisa, se van demoliendo casonas antiguas rusticas donde antes vivieron campesinos y ganaderos prósperos, para edificar en su lugar un cubo adefesiero de ladrillos con fachada estilo “arquitectura chicha” remplazando los antiguos techos de tejas o de “shapaja” (tejido de hojas de palmeras) por la sofocante “calamina” de zinc. El tractor de la modernidad avanza destructivamente. Se ha demolido la antigua Iglesia Mayor de la Plaza Central, para poner, sabe Dios, qué nuevo espécimen arquitectónico, para erigirse en nombre del progreso. A Sisa le faltaba pavimentar sus calles principales de su casco urbano, y aunque últimamente se han pavimentado calles aceleradamente, mantiene su encanto rural, y pronto dejará de ser un “hiterland” para Tarapoto.
Moyobamba
Moyobamba, aparte de sus orquídeas que aumentan sus divisas y le dan una valor agregado a sus exportaciones (al lado de su actividad artesanal local), es la ciudad histórica de la región San Martín, tiene arraigo virreinal, aunque esta raigambre cultural se ha venido deteriorando por lo estragos de los diversos terremotos que ha padecido. Sus casas de tapiales de tierra con techos de paja han ido desapareciendo con los embates del uso de materiales de construcción “nobles” en la fábrica de sus recientes edificaciones, pero mantiene el esquema de zonificación urbana de sus tradicionales barrios: Zaragoza, Calvario, Belén, y Lluchucucha.
Hace 450 años que Alonso de Alvarado fundó esta ciudad de ambiente colonial ubicada a unos 800 m.s.n.m. en zona de Ceja de Selva y con un estupendo clima: intemperismo, fenómenos de la naturaleza, y barbarie cultural, son factores que ayudaron a la acción de demoler su Catedral (la que aparece ahora renovada), y muchas casonas que eran un valioso aporte -a la historia de la arquitectura peruana- de su patrimonio cultural. Actualmente mantiene un ordenamiento urbano coherente.
Lamas
Lamas es una de las ciudades más limpias y funcionales del país. Aquí, menos mal, no existe la dictadura del vehículo sobre el peatón. Todas sus viviendas tienen una belleza agraz. Arquitectura local con influencia serrana enquistada en plena selva (donde cada vez más se arrasa depredativamente el bosque). No olvidemos que aquí ha florecido una “reducción” chanka donde aún se habla quechua. Lamas parece haberse consolidado del resultado de un éxodo de población de indios promovida por los jesuitas en el siglo XVII, es una hipótesis. Un boulevard atraviesa su centro comercial hasta desembocar en la Plaza de Armas donde se encuentra la Iglesia Mayor y la Municipalidad. Su trama urbana es hispana pero en su periferia se consolidó el barrio Wayku en la parte baja (Urin o Llaqtachasqa): según características propias, siguiendo los designios que le otorga su caprichosa topografía. Aquí, en Lamas, la vida continúa siendo un sueño.
Rioja
Rioja es la ciudad de los sombreros, sus pobladores y artesanos han mantenido esta costumbre de la artesanía de la paja de toquilla. La gente de la ciudad de Rioja casi siempre está lista de fiesta, bien o mejor, en un discreto eterno carnaval, sus calles oxigenan: umshas, diablos y pandillas. La noche riojana es más importante para pasar el calor y beber en la “Kollpa”, sobretodo si acompaña la música de Los Cuervos, a pura cachaza, o a puro masato. El Cristo de Bagazán, la procesión, las retretas, los tahuampas, adornan la alegría diversa de la gente, que en cada momento indefinido inventan los riojanos efemérides fantásticas para entusiasmar al visitante. Ahora, con imaginación y pocos reales, uno se puede ir al bosque a “mitayar”, cada trocha se abre en fantasía de una “chicua agorera”, que no les cuento porque de otorongos y otros “inguanchis” no hablo ni escribo.
Vivienda domestica popular de Lamas
En una próxima oportunidad volveré al tema de la vivienda amazónica, la maloca o simplemente del refugio cuando hay lluvia o mucho sol debajo de un grueso tronco de pumaquiru; del rustico “pamacari” (techumbre que con las hojas de palmera se hace al camastro o “barcacoa”), o de las chozas de “huacapu”, o del “tamshi” (esas cuerdas vegetales hechas de las lianas de mismo nombre y que los arquitectos-albañiles amazónicos la usan por sus bondades en fuerza “a tracción”). Y, que el “tunchi” me deje seguir viajando libre, silbando un “tanguiño” brasileño.
Trabajo de campo. Artículo escrito a partir de mis notas de diversos viajes a la zona: 1990-1996. Guión de mi conferencia "Ciudades Nor-Orientales", a los estudiantes de arquitectura de la Universidad Nacional de San Martín-Tarapoto /12-08-2011.